The Coyote Under the Table/El Coyote Debajo de la Mesa Page 10
La mujer del amo sospechaba también al ver que al muchacho no le interesaba la cena de pan y caldo aguado que le sirvió.
Todos los días el muchacho llevaba su tela y su violincito y volvía a las montañas con las cabras. Se pasaba los días tocando música y comiendo buena comida. Cuando alguna fiera llegaba a molestar a las cabras, daba vuelta a la clavija blanca del violín y hacía bailar a los animales. Cada día las cabras se ponían mas contentas y daban más leche. Y cada día el amo maliciaba más.
Al fin, el amo decidió seguir al muchacho a las montañas para ver qué pasaba. Llegó a la pradera a eso del mediodía y observó desde atrás de una mata. Vio que el muchacho tocaba su violincito suavemente y que las cabras pastaban tranquilas.
Luego el amo vio que el muchacho puso el violín al lado y desdobló una tela. El amo nunca había vista tales manjares. Se le hizo agua la boca. ¡Así que era por eso que el muchacho ya no comía la cena!
El amo fue de prisa a contarle a su esposa lo que había visto. La esposa le dijo: —Ve al pueblo y compra una tela parecida a la que viste desdoblar al muchacho. Esta noche, mientras él duerma le quitamos su tela y dejamos la otra en su lugar.
Así que el hombre fue de prisa a la tienda y compró una tela como la del muchacho. Esa noche entró sin ruido a la cuadra donde dormía el muchacho y se robó la tela.
El próximo día, el muchacho quedó decepcionado cuando desdobló la tela y no apareció comida. Pero se dijo: —Bueno, no hay bien ni mal que dure para siempre. Por lo menos mi violincito sigue funcionando. —Y espantó el hambre con la música del violín.
Pero cuando el muchacho llegó a casa aquella tarde y vio que el amo y su esposa estaban terminando una buena comida—de hecho, parecían haber pasado todo el día comiendo—, el muchacho adivinó lo sucedido.
Después de ordeñar las cabras y acomodarlas para la noche, el muchacho tomó su violín y fue a la casa del amo.
—Señor amo —dijo el muchacho—, veo que usted y la señora acaban de terminar una buena comida. ¿Quieren que les toque un poco de música? A lo mejor les sirve de digestivo.
El amo había oído la dulce música que el muchacho hacía con el violín y pensó rematar la trampa que él y su esposa le habían hecho. Habían gozado de la comida de la tela del muchacho, y ahora dejarían que los arrullara con la música de su violín.
El muchacho giró la clavija blanca en el violín y comenzó a tocar. De inmediato los pies del amo empezaron a moverse al compás de la música. La señora se movía en la silla.
—Toca algo más tranquilo —dijo el amo—. No puedo quedarme quieto cuando tocas así.
Pero el muchacho no tocó música más tranquila, sino que pasaba el arco cada vez más rápido en las cuerdas. Al amo y su esposa se pusieron a bailar alrededor de la sala, levantando los pies hasta la cabeza.
—¡Para, para! —gritaban—. Ya basta con la música.
Pero la música sólo se volvía más frenética. Pronto iban golpeándose contra las paredes y tropezando sobre los muebles. Le rogaron al muchacho que parara la música.
—Denme mi tela y paro la música —el muchacho les dijo.
—Está debajo de la panera en la cocina —le gritó la señora.
El muchacho fue a la cocina y encontró su tela. Por fin dejó de tocar. El hombre y la mujer quedaron tumbados en el piso, tan cansados y golpeados que no pudieron ni moverse ni decir palabra.
—Págueme lo que me debe — el muchacho le dijo al amo—. No quiero trabajar para un amo que me roba.
¡Pagarte! —gritó el amo—. Hago que te metan en el calabozo.
A primera hora del día siguiente, el amo fue al pueblo para denunciar al muchacho por golpearlos a él y a su esposa. Le dijo al alguacil: —Vale más que lleve a unos ayudantes. El muchacho es peligroso.
Cuando el alguacil y dos ayudantes llegaron al rancho, el muchacho estaba tocando una melodía suave en su violín. El alguacil le dijo: —Muchacho, tienes que venir con nosotros. Tu amo te ha denunciado por agresión contra él y su esposa.
—Claro que voy con ustedes —dijo el muchacho—. Déjenme terminar esta melodía nomás.
—¡No! —gritó el amo. Pero ya era tarde. El muchacho movió la mano al extremo del brazo del violín y torció la clavija blanca.
Pronto el alguacil y sus asistentes se pusieron a bailar alrededor del recinto. Chocaron con la cabeza contra las ramas de los árboles y cayeron en las zanjas.
¡Para! —le rogaron—. ¡Para! Te dejamos ir en paz.
—Digan al amo que me pague lo que me debe —el muchacho dijo.
¡Te pago, te pago! —gritó el hombre. Se esforzó para meter la mano en el bolsillo. Sacó todo el dinero que tenía y lo tiró al muchacho—. Llévatelo todo. Para la música nomás.
El muchacho dejó de tocar y tomó el dinero. Se fue, dejando a los hombres jadeando para recobrar el aliento y palpándose los moretones.
El muchacho regresó a su casa y le dio el dinero a su madre. Luego desdobló la tela, y mientras su madre comía la comida rica hasta satisfacerse, le tocaba una melodía tranquila en su violincito.
NOTES TO READERS AND STORYTELLERS
1. IF I WERE AN EAGLE
This tale is extremely common and popular in Hispanic New Mexico. It has frequently been borrowed by Native Americans as well. Variants appear in many collections. A telling similar to mine is in Spanish Folk-Tales of New Mexico by José Manuel Espinosa.
2. WHAT AM I THINKING?
This is a very widespread tale, probably best known in the English ballad “Prince John and the Abbot of Canterbury.” A humorous character called El Pelón occurs frequently in Hispanic tales. The corrupt ruler is usually a prince or king, but Adelina Otero made him a governor in her book Old Spain in Our Southwest. The change has a ring of historical accuracy. Each colonial governor was required to make an official visit to every settlement upon arriving in New Mexico, which explains why the governor turned up when he did in the story.
3. THE GOLDEN SLIPPERS
The tradition of carving santos (wooden statues of saints) is as old as the first Spanish colonization of New Mexico. Like the statue in this tale, many santos are held in great reverence and some boast quite elaborate wardrobes. The statue of La Conquistadora (recently renamed Our Lady of Peace) in the Saint Francis Cathedral in Santa Fe, for example, is said to have some three hundred dresses. This tale is adapted from “Nuestra Señora del rosario” (Cuentos Españoles de Colorado y Nuevo México #141) .
4. CAUGHT ON A NAIL
I collected this brief tale in Peñasco, New Mexico, when working as artist-in-residence at the elementary school. In the original, however, as recorded on tape by an uncle of one of the children, the third man was unable to run because he defecated in his pants. (¿ Cómo quieres que corra? Estoy todo cagado.) Writers and storytellers often “clean stories up” to meet contemporary standards.
5. HOW TO GROW BOILED BEANS
Stories of a poor, unlettered person who demonstrates great wisdom in settling a dispute are popular around the world and probably reflect the distrust common people often have of legal systems and formal education. The theme is expressed especially well in this tale because Indians were of low social status in Spanish New Mexico. For me the tale also celebrates the value of cultural diversity and the contributions differing groups can make to one another. This tale is adapted from “El indio abogado” (Cuentos Españoles de Colorado y Nuevo Mexico #34).
6. THE COYOTE UNDER THE TABLE
This is a popular tale and one that’s been told to me on several occasions, although only in summary. It is an old European story even though the Southwestern version features the coyote. There is a German version in the Grimms’ tales, and J. Frank Dobie offers a Tex-Mex telling in The Voice of the Coyote.
7. THE TALE OF THE SPOTTED CAT
This story is adapted from “Juan Cenizas” (Cuentos Españoles de Colorado y Nuevo Mexico # 242). It is obviously related to the “Puss in Boots” tale. The division of a house among children by allocating roof
beams was a common practice in Hispanic New Mexico well into the twentieth century. The appearance of an angel or a departed soul in the form of an animal to help a deserving person occurs frequently in traditional tales.
8. THE LITTLE SNAKE
This tale is adapted from “La viborita” (Cuentos Españoles de Colorado y Nuevo Mexico # 245). The Hispanic oral tradition in New Mexico contains many tales about a snake, or more often a little worm, which is befriended by a girl, only to grow to enormous size and become her benefactor. Cleofas Jaramillo offered another example in her long out-of-print book Spanish Fairy Stories.
9. THE MAGIC RING
What struck my fancy in this tale was the potential for trouble caused by a ring that increases the wearer’s strength every time he blesses himself. The priest was in the original, but I added the old woman because I wanted to play with the idea some more. Also, in the original the queen has no role and the king is seeking a husband for his daughter, rather than a successor to the crown. This tale is adapted from “El pastor afortunado” (Cuentos Españoles de Colorado y Nuevo Mexico # 226).
10. THE MAN WHO COULDN’T STOP DANCING
This tale is common in many lands. Of course, the magic instrument isn’t always a violin. Frequently, the owner of the magic instrument is sentenced to hang and as a last request asks to be allowed to play one final song, but I didn’t let things go so far in my telling. A New Mexican variant can be found in Spanish Folk-Tales of New Mexico by José Manuel Espinosa. There are two versions in Cuentos Españoles de Colorado y Nuevo Mexico as well.
Adapted with permission of the Museum of New Mexico Press from Cuentos Españoles de Colorado y Nuevo Mexico. by Juan B. Rael, copyright 1977.
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